En septiembre de 2020 Bilbao confirmaba que la velocidad máxima en toda la ciudad sería de 30 km/h. Esto coloca a Bilbao en la aún corta lista de ciudades europeas en las que se prioriza la seguridad peatonal frente al tráfico rodado, una medida calificada como valiente que provino de Alfonso Gil, el concejal de movilidad bilbaíno, y fue refutada por el alcalde Juan Mari Aburto.
Pero, ¿por qué se ha convertido Bilbao en la primera ciudad a 30 km/h del mundo? Alfonso Gil ha comentado que su objetivo es que haya “menos ruido, menos contaminación y menos accidentes”. Dentro del concepto ‘seguridad’ es necesario incluir las enfermedades y fallecimientos por contaminación atmosférica. Pero, ¿no contamina más un vehículo circulando más despacio?
30 km/h, una imparable tendencia europea
Bilbao ya contaba con la limitación a 30 km/h en el 87% de sus calles desde junio de 2018. Así lo recogía el Plan de Movilidad Urbana Sostenible vigente. Esta ratio colocaba a la ciudad por delante de muchas otras en las que el límite de velocidad llevaba tiempo fijado: Cádiz, Málaga, Murcia, Sevilla, Córdoba, Cuenca, Madrid, Valencia, Las Palmas, Barcelona, etc.
Fuera de España ciudades como Dublín, París, Roma, Viena, Estocolmo o Looz, por mencionar algunas, también disponían de este límite en buena parte de su infraestructura viaria. Y, debido a los resultados positivos principalmente en materia de seguridad vial, cada vez más ciudades añaden más calles a este límite. Bilbao decidió dar el salto y fijar la velocidad para toda la ciudad.
La velocidad es el factor crítico en siniestros viales
Reducir la velocidad de los vehículos a motor es el factor determinante en la reducción de los siniestros viales. En estos se consideran tanto las colisiones entre vehículos, de vehículos contra el mobiliario urbano, y las más graves de todas, de vehículos contra peatones o ciclistas. Ningún otro factor tiene tanta relevancia como la velocidad.
Ambas gráficas provienen del informe La velocidad y los siniestros viales, de la Organización Mundial de la Salud. En la primera se observa cómo “un aumento del 5% en la velocidad promedio conlleva un aumento aproximado del 20% en el número de siniestros con víctimas mortales”.
La segunda gráfica es aún más explícita y está particularizada para los peatones. Cuando un conductor de turismo atropella a 50 km/h a un peatón, la probabilidad de sufrir una lesión mortal es de más del 80%. Sin embargo, reducir a 30 km/h la colisión hace que esta probabilidad ronde el 10%.
Una velocidad elevada durante la circulación urbana no solo aumenta el número de lesiones, sino también su gravedad. A menos velocidad, menos incidentes y menos graves. Este es el motivo principal por el que Bilbao y otras ciudades han decidido reducir el límite máximo específico de sus vías.
Para cumplir el objetivo europeo de reducir los heridos graves en un 50% antes de 2030, el Gobierno de España y la Dirección General de Tráfico llevan desde finales de 2018 trabajando en un plan para hacer estatal esta propuesta de ciudades a 30 km/h. En la página del Ministerio del Interior puede leerse el borrador del Real Decreto de medidas urbanas de tráfico.
¿Se reduce la contaminación yendo más despacio?
Ligar reducción de velocidad y disminución de las emisiones puede resultar temerario, y es que los vehículos que liberan emisiones contaminantes y de efecto invernadero (que en la práctica son casi todos) emiten más contaminación en marchas bajas y en velocidades altas. Es decir, cambiar de marcha reduce las emisiones drásticamente, y estas aumentan bastante a medida que se acelera.
Reducir de 50 km/h a 30 km/h supone un importante consumo de combustible para estos vehículos contaminantes. ¿Por qué se dice que se reducirá la contaminación? Intervienen varios factores, aunque el más relevante es la reducción del parque contaminante. Es lo que ocurrió en Pontevedra en 2016.
Hace unos años Pontevedra redujo la velocidad máxima a 30 km/h en el 80% de la ciudad, y el resultado fue la reducción del 70% de las emisiones. También el ruido. El motivo principal es que, con este límite de velocidad, menos personas cogían el coche para desplazarse, priorizando el transporte público, la bicicleta, e incluso caminar.
Además, el tráfico ganó fluidez, evitando atascos, y se eliminó parte del tráfico de agitación. Estos factores, combinados, fueron los que pasado un tiempo redujeron de forma efectiva los niveles de contaminación. En Berlín, con un plan a 30 km/h menos atrevido, las emisiones de NO2 se redujeron entre un 10 y un 15%; y en Londres las congestiones se redujeron en un 15% (a 32 km/h).
Reducir la velocidad para favorecer otras movilidades
Además de la seguridad y la contaminación, uno de los objetivos de reducir la velocidad en Bilbao es favorecer otras movilidades, con foco en las sostenibles. Con vehículos a 50 km/h el tráfico ciclista es escaso. A 30 km/h, más personas se atreven a dar el salto a una movilidad totalmente limpia y que, además, les beneficia a nivel personal al aumentar el ejercicio que realizan.
El Ministerio de Transporte danés, dentro de las medidas para aumentar la seguridad de los ciclistas y favorecer este tipo de movilidad, apuntó ya en el año 2000 a una “reducción de los límites de velocidad para automóviles”. Si los vehículos van más despacio, la gente se atreve más a usar la bicicleta, lo que a su vez reduce el ruido y la contaminación, y consolida su uso.
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