Holanda no siempre fue el país de la bicicleta, y quizá su ejemplo sea extrapolable a tu ciudad

Josep Camós

31 de mayo de 2015

Las bicicletas en Holanda son toda una institución. De hecho, se dice que Holanda es el país de la bicicleta, y aunque esto es cierto no siempre fue así. Los Países Bajos, en su conjunto, experimentaron una serie de cambios a lo largo del siglo pasado que llevó a este territorio de 41.543 km² a organizarse ante un problema creciente: el desarrollo de su movilidad con el automóvil como protagonista derivó en una serie de problemas que los holandeses atajaron de una forma consensuada, arrinconando el coche y dejando paso libre a la ciudad.

¿Cómo sucedió este cambio?  La transición de la movilidad motorizada a la movilidad de las bicicletas en Holanda se explica en cinco claves que resumen lo que ocurrió en los Países Bajos para que la gente comenzara a hacer de la bicicleta su medio de locomoción prioritario, frente al uso del coche.

Amsterdam Eilers 1920

Amsterdam, 1920

Como en cualquier lugar de principios de siglo XX, la movilidad en las ciudades de los Países Bajos quedaba en manos de peatones, ciclistas y algunos conductores de vehículos mayores, ya fueran estos motorizados o no. Ya vimos en su día que el jaywalking dio un vuelco a esa realidad empezando en Estados Unidos, y relegó al peatón (y de paso al ciclista) a un segundo plano. Quizá el caso holandés a lo largo del siglo XX haya pasado como la forma de revertir, en parte, ese proceso.

¿Es extrapolable el caso de las bicicletas en Holanda? Esto es difícil de determinar, en parte porque las razones que llevaron a los Países Bajos a recuperar la bicicleta como medio de transporte cotidiano fueron muy específicas de un momento y un lugar concretos. El paso de un país lleno de coches a un país tomado por la bicicleta se explica en este breve documental (6:30):

Las cinco claves que sacaron las bicis a las calles

La explicación que vemos en el vídeo resume en cinco claves la recuperación del terreno para las bicicletas en Holanda:

  1. El crecimiento desmesurado de las ciudades debido a la burbuja generada en la posguerra llevó a un modelo urbanístico que en algunos puntos recuerda al desarrollismo español.
  2. La expansión de la movilidad motorizada en unas ciudades que no estaban diseñadas para eso lleva a la necesidad de conquistar terreno para el automóvil, derribando edificios y cediéndole espacios públicos y privados.
  3. Estas maniobras urbanísticas y el inadmisible aumento de la mortalidad vial, sobre todo entre niños, encendieron las protestas de los ciudadanos.
  4. La crisis del petróleo iniciada en 1973 llevó a los Países Bajos a un escenario de gran escasez de la gasolina y a un fuerte incremento de los costes energéticos.
  5. La voluntad política de cambio se alineó con la voluntad pública de cambio, y se impulsaron medidas orientadas a favorecer el uso de la bicicleta.
Bicicletas en Holanda

Pintando carriles bici en Amsterdam, 1980

Como es evidente, los puntos 1 y 2, y en parte el punto número 3, pueden diferir de las situaciones que se encuentren en otros escenarios en los que la movilidad de las personas está monopolizada prácticamente por el automóvil. El punto 4, por su parte, atañe prácticamente a todo el mundo occidental, y convenientemente actualizado por las necesidades de racionalizar la gestión de la energía y de reducir las emisiones contaminantes. Finalmente, el punto 5 resulta básico para que el proceso sea factible.

Sólo un cambio elegido por la mayor parte de los ciudadanos y apoyado con sinceridad desde las instituciones puede convertirse en un éxito, en la medida en que el ejemplo holandés marca un hito en la reconstrucción de un urbanismo algo más centrado en las personas, y bastante menos en los automóviles que utilizan estas personas. De hecho, tal y como explica el autor del documental en este artículo, la diferencia entre la fotografía de arriba y esta que sigue…

Bicicletas en Rusia, Moscú 2011

Pintando carriles bici en Moscú, 2011

… no sólo está en los 31 años que separan ambas movilizaciones populares, sino en un hecho absolutamente crucial: el apoyo gubernamental a una reivindicación popular. Sin esa clave, con unas movilizaciones populares sin apoyo institucional, o bien con unas medidas impulsadas por las autoridades sin que la ciudadanía las vea útiles, difícilmente puede cundir el ejemplo de las bicicletas en Holanda.

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