224 fallecidos durante el verano. 31 víctimas menos que el año pasado. Descenso del 12% en la siniestralidad. Así se podría resumir someramente las cifras mostradas por Juan Ignacio Zoido –ministro de Interior–, Gregorio Serrano –director de la DGT– y Ramón Rueda –jefe de la agrupación de tráfico de la Guardia Civil–. Los tres comparecieron ayer día 6 de septiembre en rueda de prensa tras cerrarse el pasado lunes la última operación retorno del verano.
Parece que se rompe así la tendencia negativa con la que se había comenzado el año y que nos mostraba un incremento de 29 fallecidos en 2016 con respecto al año anterior. Así, las cifras de los primeros meses del año invitaban a ser optimistas en cuanto a que las distintas campañas lanzadas por la DGT tuviesen efecto en los meses de verano.
Rompiendo la racha negativa
Vemos que, aunque ha habido ese descenso del 12% en el global del verano, si lo miramos parcialmente no se han producido disminuciones significativas de la siniestralidad en todos los meses. Empezamos el verano con un mes de junio especialmente trágico, con 121 fallecidos (23 más que en 2016), que no invitaban al optimismo.
Con respecto a julio, es cierto que las cifras han sido mejores que el año pasado: 121 víctimas, 3 menos que en 2016 pero 11 más que en 2015. Distinto signo parece haber tenido el mes de agosto, con 103 fallecidos, 15 menos que en 2016 y 9 menos que 2015. Aunque puntualmente, parece que aquí sí encontramos una tendencia positiva, encontrándonos con el mejor mes de agosto desde 1960.
Por su parte, esta caída en el global del verano parece verse reforzada también por una leve disminución en el conjunto de los ocho primeros meses del año, con 775 personas fallecidas en las carreteras desde enero, 23 menos que en el mismo periodo del 2016. Unas diferencias que, aunque invitan al optimismo, pueden parecer insuficientes para muchos, y que podría reafirmarnos en el tan temido estancamiento en los resultados obtenidos por las medidas de seguridad vial de nuestro país.
Tropezando con la misma piedra
La comparecencia de los tres responsables de tráfico también arrojó otra serie de estadísticas que deberían hacernos reflexionar. Por ejemplo, que nuevamente el 80% de los siniestros han tenido lugar en carreteras secundarias. Y es que parecemos abonados a esa cifra. Las características propias de este tipo de vía (menor visibilidad, misma calzada para ambos sentidos, mayor número de cruces…) y la mayor probabilidad de superar el límite de velocidad, podrían ser algunas de las causas de esta desproporcionada cifra.
Precisamente el exceso de velocidad (infracción en la que caemos el 39% de los conductores) podría estar detrás del tipo de accidente más frecuente, el causado por salida de la vía, ocurrido en un 43% de los casos, cantidad a la que también parece que estamos abonados. Aunque en Circula Seguro ya hemos visto que unas de las causas que más siniestralidad tienen en España son las distracciones, en casi un 30% de los accidentes graves o mortales. La irrupción de las nuevas tecnologías (principalmente el teléfono móvil) se ha unido a otros problemas en la conducción como los microsueños o el exceso de confianza.
Finalmente, llama la atención que, en pleno año 2017, todavía siga habiendo un tercio de fallecidos que viajaban sin cinturón de seguridad. A pesar de ser una medida de seguridad básica que lleva décadas entre nosotros, y de que puede llegar a reducir hasta en un 80% el riesgo de muerte en caso de accidente, todavía hay conductores y pasajeros que por simple comodidad deciden prescindir de él.
Como vemos, son estadísticas que se repiten con demasiada frecuencia, y que nos llevan a plantearnos si realmente estamos haciendo bien las cosas. Sin embargo, otras estadísticas invitan a pensar con optimismo que sí se está trabajando bien en otros asuntos: descienden los ciclistas y motoristas fallecidos sin casco y los menores sin sistemas de retención infantil.
Un verano especial
Con todo, este verano se han dado circunstancias especiales que nos obligan a contextualizar cualquier cifra que se hayan dado estos meses. Por un lado, debemos tener en cuenta un nuevo aumento del 3% del número de desplazamiento durante los meses de julio y agosto, con un total de 87,6 viajes de largo recorrido en nuestro país. Lo que debería conllevar, por lógica estadística, una mayor siniestralidad en nuestras carreteras, hecho que como hemos visto no se ha producido.
También nos hemos encontrado con fines de semana complicados, donde el tráfico propio de estos días se ha juntado con operaciones retorno de una quincena y de salida de otra. Por ejemplo, la segunda operación salida comenzó el viernes 28 de julio y se prolongó hasta el martes 1 de agosto, coincidiendo con un fin de semana y con la operación Paso del Estrecho. Algo similar ha ocurrido en la última Operación Retorno, que se ha prolongado desde el jueves 31 de agosto hasta el domingo 3 de septiembre.
Para tratar de contener estos factores de mayor riesgo de siniestralidad, además de aumentar y fortalecer los dispositivos de control y vigilancia en carretera, la DGT y el Ministerio de Interior han lanzado campañas para tratar de concienciar a los conductores de los mayores peligros que encierra la carretera. En abril ya se lanzó la singular campaña “Almas ciclistas”, a la que se unió la presentación en julio del mapa de las Rutas Ciclistas Protegidas. Entidades como la Fundación MAPFRE se han unido a esta tarea, con campañas como la denominada “¡Ve, vuelve y vive!”, en la que víctimas y familiares de fallecidos quisieron involucrarse a pie de carretera en la labor de concienciación de los conductores.
Con todo, debemos dar un paso atrás para tener una visión global de la seguridad vial de nuestro país. Es indudable el excelente trabajo que se hace desde todos los agentes responsables de nuestro tráfico, y que nos ha situado entre los países con mejores cifras del mundo.
También es indudable que la tradicional tendencia positiva se ha ralentizado en los últimos años hasta romper la racha en 2016, tras lo cual parece que volvemos a la senda de las buenas cifras. Pronto llegará el momento clave en el que deberemos evaluar la situación y preguntarnos sin tapujos: ¿Realmente estamos mejorando o nos hemos estancado?
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