Autoescuelas para repartidores, ¿son necesarias en nuestro país?

Jose Ramon Martinez Fondon

23 de agosto de 2019

 

Cada vez es más frecuente cruzarnos por las calles a un repartidor; siempre han estado ahí, desde furgonetas de reparto hasta repartidores de pizzerías en moto. Pero el auge de las plataformas online han multiplicado su presencia de forma exponencial, hasta el punto de condicionar de manera decisiva la movilidad de nuestras ciudades. Como respuesta a los retos que plantea esta profesión en auge, surgen las primeras iniciativas para formar y capacitar de manera adecuada a estos profesionales tan importantes.

El boom del reparto de mercancías

La ciudad es escenario de una de las fases más importantes del sector logístico: la entrega a domicilio o lo que se conoce como última milla. Nos referimos al momento en que nuestro paquete abandona el centro logístico para que un mensajero nos lo entregue en la puerta de nuestra casa. Un servicio, el de paquetería para particulares, que ha visto incrementada sus cifras de forma exponencial en los últimos. Si hace 5 años se realizaban en nuestro país poco más de 100.000 entregas diarias, en 2018 se alcanzaron más de 1.500.000.

Buena parte de este incremento se debe al boom del comercio electrónico que nuestro país ha vivido en los últimos años. El e-commerce ha ido creciendo un 20% anual desde 2014, pero el año pasado el incremento fue ya del 29,1%; más de 18,5 millones de españoles realizaron compras online por valor de 40.000 millones de euros. El éxito de empresas ya clásicas como Amazon, Ebay o AliExpress han motivado este boom, pero también plataformas digitales de nuevo cuño como Glovo, Deliveroo o Uber Eats, centrados en la entrega de comida a domicilio.

escuela de repartidores

Repartidor, una profesión de riesgo

En todo este fenómeno juega un papel fundamental el repartidor, que bien en furgoneta, ciclomotor o bicicleta, se encarga de realizar la última milla en unas circunstancias cada vez más difíciles . Los plazos de entrega que las empresas exigen a sus repartidores (a menudo demandados también por nosotros mismos como clientes) los someten a una presión que los llevan a cometer determinadas imprudencias: sobrepasar los límites de velocidad, invadir la acera y zonas peatonales, maniobrar de forma temeraria…

Las consecuencias son obvias; según cifras de la DGT, el número de accidentes urbanos de  furgoneta ha pasado de 700 en 2012 a más de 11.000 en 2017. Los ciclistas y motoristas, teniendo en cuenta que son usuarios más vulnerables, no lo tienen mucho mejor: 7.600 accidentes de bicicleta, cerca de 8.000 de ciclomotor y casi 26.000 de motocicleta (cifras de 2016).

escuela de repartidores

Las denuncias no han tardado en llegar. Los sindicatos alertan de las deficientes (y en ocasiones ilegales) condiciones laborales a las que se ven abocados muchos de estos repartidores; que entre otras cosas no les garantizan las medidas de prevención de riesgos laborales y seguridad vial laboral que debe llevar una actividad considerada de alto riesgo. Las asociaciones profesionales, por su parte, demandan más medidas de control para evitar el intrusismo laboral, entre otras cosas porque supone que muchos conductores sin cualificación ni formación se dediquen a dicha actividad.

Formación para mejorar la profesión del repartidor

Precisamente para paliar estas carencias en capacitación han surgido iniciativas como la de la Escuela de Repartidores UNO. Se trata de un proyecto pionero de la Organización Empresarial de Logística y Transporte de España, y cuenta con el apoyo del Ministerio de Fomento y de la DGT.  La escuela imparte cursos de unas 50 horas presenciales, a grupos reducidos de no más de 15 alumnos; la formación está impartida por la consultora PONS Seguridad Vial.

La Escuela de Repartidores busca formar a los profesionales en las muy diversas áreas que implica la actividad del transporte y el reparto de mercancías. Por un lado, se les capacita en cuestiones propias del transporte, como la seguridad vial, la movilidad urbana o la conducción eficiente. Se hace hincapié en pautas de prevención de hábitos como el consumo de alcohol o los efectos de la fatiga al volante. Por otro lado, se les instruye en aspectos propios de su actividad profesional, como el reparto eficiente de mercancías, la gestión documental o el uso de herramientas y tecnologías específicas para repartidores.

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La cualificación recibida por la Escuela de Repartidores será, de momento, completamente optativa y no obligatoria para ejercer la profesión; aunque responde en buena parte a los requisitos que muchas empresas con servicios de reparto (o al menos las más preocupadas) buscan en sus repartidores. Aunque el creciente mercado demande una mayor profesionalización de la actividad del repartidor, no parece inminente que se tomen medidas de regulación como las que sí existen en el sector del transporte de mercancías por carretera. Actualmente, los conductores de camión deben cumplir requisitos que van más allá del propio permiso de conducir C, como una edad mínima (21 años), un reconocimiento médico especial o el Certificado de Aptitud Profesional.

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