Asma y conducción: prevenir para respirar

Redacción Circula Seguro

10 de mayo de 2021

Cerca de 235 millones de personas en todo el mundo padecen asma -de ellas 2,5 millones en España-, una enfermedad que la OMS define como “crónica y caracterizada por ataques recurrentes de falta de aire y sibilancias, cuya gravedad y frecuencia varían de una persona a otra’.

El asma produce una obstrucción de la vía aérea e inflamación de los bronquios y se suele traducir en crisis recurrentes de tos -generalmente seca-, opresión torácica y disnea. Estas crisis son intermitentes y se combinan con espacios de tiempo en los que el paciente está libre de síntomas. Entre los muchos factores desencadenantes de estas crisis están el polen y otros alérgenos, el estrés, la contaminación del aire, el ejercicio físico o el aire frío.

No todos los asmáticos son iguales

El asma leve no suele interferir con las actividades habituales y se controla evitando los factores desencadenantes conocidos y utilizando broncodilatadores a demanda.

El asma moderada requiere un tratamiento antiinflamatorio continuado. Es importante mantener un constante seguimiento de la enfermedad para controlar su grado de intensidad permaneciendo atentos al número de inhalaciones diarias de medicación de rescate y la cifra de despertares nocturnos.

Si el asma es grave el paciente, a pesar de contar con tratamiento de broncodilatadores y esteroides, controla mal sus síntomas y presenta episodios que pueden poner en peligro su vida por parada respiratoria.

¿Afecta el asma a la conducción?

Conducir es, aunque a veces no lo parezca, una actividad muy compleja en la que el conductor siempre debe estar con sus capacidades al máximo. Un episodio leve de asma se puede convertir en un factor de riesgo a la hora de conducir o manejar cualquier tipo de maquinaria.

En el caso de los cuadros más graves, éstos imposibilitan a la persona que los sufre ponerse a los mandos de cualquier tipo de vehículo o de realizar algún tipo de actividad de riesgo.

Lo que también afecta de manera directa en la conducción es la ingestión de medicamentos específicos para el tratamiento del asma. Los antihistamínicos, una de las medicaciones que más utilizan los asmáticos, pueden producir somnolencia y suponer ser un riesgo añadido al volante. De hecho, hay especialistas que consideran que el riesgo de sufrir un siniestro de tráfico por parte de un paciente tratado con estos fármacos es similar al de una persona con un nivel de alcoholemia en sangre de 0,5 gramos por litro. Por ello, siempre insistimos en comentar todas estas situaciones con nuestro médico y que un simple cambio en la medicación, en la hora de administración, etc, puede suponer la diferencia entre conducir con seguridad o poner en riesgo la integridad de las personas.

Antes de conducir….

Si eres paciente asmático leve o moderado –un asmático grave no puede conducir-, a la hora de ponerte al volante has de tener en cuenta lo siguiente:

  • Si sufres episodios nocturnos por cuadro asmático, tendrás más riesgo de dormirte al volante. Si tomas, además, antihistamínicos que producen sueño ese riesgo aumenta. No te automediques, seguro que tu médico puede aconsejarte.
  • Habla con tu médico sobre los efectos secundarios de los fármacos antiasmáticos y su interferencia con la conducción pues, aunque respiratoriamente te encuentres bien para conducir, los síntomas derivados de los medicamentos pueden imposibilitarte para llevar con seguridad tu vehículo.
  • Es importante que lleves en el vehículo una copia del informe médico en el que se refleje esta patología, de esa forma, en caso de emergencia, te podrán auxiliar adecuadamente.

Si mientras conduces empiezas a notar cierta dificultad respiratoria, debes detener el vehículo cuanto antes en una zona libre de riesgo, relajarte y aplicar la medicación. Si no mejoras, pide ayuda.

Si eres asmático y conduces, lo más importante es la seguridad; la tuya y la de todos. Cuídate. Cuida a los demás.