Aparcar correctamente, una necesidad de seguridad

Josep Camós

27 de abril de 2014

Nos comenta Javier por correo electrónico que deberíamos hacer más hincapié en las consecuencias no aparcar correctamente en calles y plazas de estacionamiento, tanto por dejar poco espacio alrededor del vehículo como, lo más frecuente, por dejar el vehículo nadando entre dos plazas, ocupando el espacio que le corresponde a los demás.

Si atendemos al clásico trío de facultades necesarias para una conducción segura (conocimientos, destrezas y actitudes) encontramos no tanto falta de conocimientos como algo de escasez de pericia –según el caso– y, sobre todo, una cuestión actitudinal. Pero ¿tiene esta actitud incívica alguna conexión con el mundo de la seguridad? Se puede decir que sí, y vamos a ver el porqué.

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Antes que nada, defendamos lo dicho. Normalmente, un conductor tiene claro (o debería, que ya sabemos que las normas no son nuestro fuerte) que está prohibido aparcar de forma que cause molestias a los demás. En concreto, si atendemos a lo que marca el Reglamento General de Circulación, «la parada y el estacionamiento deberán efectuarse de tal manera que el vehículo no obstaculice la circulación ni constituya un riesgo para el resto de los usuarios de la vía».
Por supuesto eso implica montones de prohibiciones específicas que se supone que todo conductor tiene presentes, como pasos de peatones, lugares donde impida un giro autorizado por la señal correspondiente, dobles y triples filas sin conductor, y un largo sinfín que se resume en dos palabras: no molestar. Además, está el artículo que explicita: «Todo conductor que pare o estacione su vehículo deberá hacerlo de forma que permita la mejor utilización del restante espacio disponible».
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Si le preguntásemos a uno de esos conductores que no respetan estas normas ni por casualidad, difícil sería que reconocieran no conocer la norma. Más, si les tradujésemos la norma a ejemplos concretos que hablasen por sí solos, por ejemplo a través de fotografías de denuncia de esas que nutren espacios como Mal Aparcado.
Total, que por cuestión de conocimientos no es.
¿Por falta de pericia? Seguramente hay más de uno, más de dos y más de tres casos que tienen que ver con la falta de destrezas. Sin embargo, esta falta de destrezas entronca con una cuestión actitudinal cada vez que el conductor que no aparca correctamente abandona el vehículo, ve cómo ha quedado y decide que no hay para tanto, y que otra vez será.
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No aparcar correctamente… ¿es grave, doctor?

Teniendo, por tanto, claro que estamos hablando de actitudes frente a la conducción, vayamos a por el punto siguiente: ¿hay para tanto? Veamos, el solo hecho de preguntarse si hay para tanto ya muestra una falta de conciencia algo preocupante. El estacionamiento forma parte de la conducción y la circulación, y por tanto forma parte del tráfico y la seguridad vial de nuestro entorno.
Démosle la vuelta a la idea. ¿Para qué sirve aparcar correctamente? En primer lugar, para dejar el vehículo quieto en un lugar donde no se entorpezca ni se ponga en riesgo la circulación de los demás.
Vaya, si hablamos de riesgo hablamos de seguridad. Sigamos…
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En segundo lugar, tenemos que un estacionamiento correcto sirve para que quepan más vehículos en un espacio determinado. No se trata sólo de educación y urbanidad, que también, sino de una cuestión relacionada con la Economía. Si 20 vehículos ocupan 25 plazas, tenemos que ampliar el aparcamiento en cinco plazas.
Vamos a por la tercera razón rápida, que tiene que ver con esos cinco vehículos que tenemos ahora jugando al juego de las sillas, buscando cinco huecos en los que meterse. ¿Gastan más carburante que estando ya aparcados? Sí. ¿Contaminan? También. ¿Contribuyen al problema del tráfico? También.
Y no sólo eso: esos cinco conductores se están estresando cosa fina. Sobre estrés y conducción hemos hablado mucho ya, de manera que no hace falta poner más el acento en esta cuestión. ¿Hablamos de aumentar el riesgo vial por un estacionamiento inadecuado? Pues eso.
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Pero para no quedarnos con una imagen negativa de todo este asunto, podemos resumir en unos pocos puntos las medidas preventivas para hacer frente a este problema:

  1. No seamos duros de mollera. Si el coche no cabe, no cabe. Pensemos en los peatones que tienen que pasar por delante o por detrás de nuestro vehículo cuando hayamos aparcado. Pensemos en cochecitos de niños, en sillas de ruedas, en carros de la compra…
  2. No seamos descuidados. Si caben dos coches, caben dos coches. Quedarnos con la plaza del vecino no sólo es insolidario sino que conlleva riesgos innecesarios para los demás, además de un aumento de los gastos derivado del desplazamiento adicional que motivamos.
  3. Revisemos que el coche queda bien aparcado.
  4. Y si no ha quedado bien aparcado, dejémoslo bien, que no cuesta nada.

Otro día, si acaso, podemos hablar de este tema, pero viéndolo desde otra perspectiva: la que tiene en cuenta a aquellos diseñadores de plazas de parking diminutas para coches que cada vez son más grandes. Lo dicho: para otro día.
Foto | Thomas Leth-Olsen, angeloangelo, René Voorburg, davitydave, Kevin Krejci, Paul Wicks