La educación vial debería verse como algo útil y tener un aprendizaje placentero, y no estar enfocada al aleccionamiento y la reprimenda. Si nos enfocamos en lo segundo, más que divulgar las bondades de la seguridad vial y cómo comportarse bien en la carretera, y como peatón, conseguiremos plantar la semillita del rechazo en, precisamente, nuestro público. Por eso siempre deberíamos tener en cuenta que hablar de seguridad vial, de educación vial,… es enfocar las cosas desde un punto de vista constructivo, preventivo, y en la medida de lo posible, aprender de forma activa. En estos años hemos visto muchas iniciativas, y para el que firma, las más efectivas son las que utilizan las aplicaciones para móviles, los juegos y los clips dirigidos a niños.
Anteriormente vimos juegos como los que nos enseñaba Josep, para niños, destacando especialmente la necesidad de despertar el interés por el aprendizaje como la principal baza para conseguir que exista ese aprendizaje efectivo, y no convirtamos a los niños en unos pequeños loros de repetición, sin que lleguen a entender las razones de eso que intentamos enseñar. Por otro lado están los que pretenden simular alguna situación delicada en el coche, como aquél que nos pedía escribir mensajes mientras tratábamos de no chocar con el coche (comprobando que lo raro era no chocar cada vez), y hoy traemos una serie de juegos online para los pequeños, auspiciados por el gobierno británico (pincha para acceder al site).
Estos minijuegos conllevan una enseñanza, cada uno, y tengo que reconocer que el enfoque es, como mínimo, original. Algo directo, quizás, para lo que estamos acostumbrados últimamente en cuanto a comunicación para niños (en otras palabras, a veces empleamos demasiado algodón para hablar con ellos), pero no deja de ser curioso. Su título: «Cuentos de la carretera. Qué pasa cuando todo va mal» (Tales of the road. What happens when it all goes wrong).
Nos encontraremos con cuatro juegos en los que enseñar a los niños cómo cruzar la calle (con el lema «Para, mira y escucha y evitarás las cicatrices»); la necesidad de vestir con prendas reflectantes cuando está oscuro («Viste con prendas claras y lo que temes es el hospital»); cómo encontrar el mejor sitio para cruzar la calle o un camino, o carretera («Cruza por donde es seguro ya que las piernas enyesadas realmente pican»); y consejos para ir en bici («En caso de que te caigas en el barro, un casco puede prevenir el dolor»). Sin duda, son eslóganes muy llamativos y para nada condescendientes con los niños.
Este es un ejemplo que me sirve para ilustrar que hacen falta más juegos y aplicaciones para entrar por los ojos a los niños, y que se consigue más diseñando un juego que el niño quiera «pasar» que organizando otro tipo de iniciativas muy loables (que las hay, y muchas, y me viene a la mente, como siempre, Pequevial) que a lo mejor están más dirigidas a los padres o a los adultos, y no tanto a los pequeños.
Estoy seguro de que todo lo relativo a la seguridad vial y la educación vial ha cambiado mucho desde que comenzó mi andadura en este sitio, allá por 2007, y estoy seguro de que seguirá avanzando sin pausa, y que las nuevas generaciones crecerán con un sentido de la responsabilidad más acusado que las generaciones de los que peinamos canas.
Sirva esto como modesta despedida, en mi último artículo en la que es mi casa desde aquél verano de 2007.