Tres pedales, ¿triple posibilidad de error? El uso incorrecto de los pedales del coche provoca un desgaste imperceptible que suele terminar en graves averías. Cuidar nuestra conducción puede ofrecerles una vida útil más larga. Pequeños hábitos o manías como no pisar a fondo el embrague puede deteriorar la caja de cambios. Frenar de forma entrecortada conlleva un desgaste de los discos, pastillas y líquido de frenos, además de perjudicar los neumáticos y amortiguadores. Y realizar aceleraciones fortuitas pueden afectar a las válvulas, inyectores y pistones del motor.
¿Qué malas costumbres tenemos al usar los pedales que deberíamos empezar a evitar?
Mantener el pie apoyado ligeramente en el embrague
Es habitual que, por ejemplo, durante un atasco en el que tenemos que avanzar y detenernos varias veces, dejemos el pie izquierdo sobre el embrague. ¿Por qué este gesto tan inocente puede perjudicar a nuestro coche? La misión del embrague es la de transmitir el movimiento del motor y la caja de cambios hasta las ruedas. El momento de mayor fricción es aquel en el que pisamos el embrague para que el coche pase de estar embragado a desembragar y entrar en otra marcha.
Por ello, al ejercer una mínima presión sobre el pedal se genera un estrés innecesario que se magnifica en el resto de componentes, muebles y cableado. A lo largo de varios kilómetros este estrés provoca un fuerte rozamiento sobre la marcha engranada de la caja de cambios. La cantidad de embragues destrozados por un descuido como este es considerable, dado que es un mal hábito que todos hemos cometido alguna vez.
No en vano existe un espacio de reposo para nuestro pie izquierdo cuyo objetivo es que evitemos la tentación de «desenfundar» y embragar como el pistolero más rápido del salvaje Oeste.
No pisar a fondo el pedal al desembragar
Ya sea por mantener altas las revoluciones durante un cambio de marcha o por simple holgazanería, a veces embragamos a medio recorrido del pedal. Como hemos mencionado, al pisar el pedal de embrague se deja de trasladar el movimiento entre el motor y la transmisión. Si queremos subir o reducir una marcha siempre hemos de pisar el pedal hasta el fondo de su recorrido.
Aunque parezca un contrasentido, al pisar el embrague, el motor y la transmisión pierden su acople, lo que se conoce como “desembragar”. Mientras que, cuando no pisamos el pedal del embrague, se dice que este está embragado.
Si no realizamos el cambio de marcha con el vehículo totalmente desembragado, pueden producirse fricciones en el proceso que conlleven un desgaste prematuro. Si realizamos la maniobra de forma brusca, con el tiempo empezaremos a escuchar ruidos extraños que son evidencia de una avería. No tardaremos en llegar al taller preocupados por la popular expresión “al cambiar de marcha el coche rasca”.
Emplear el acelerador a fondo a baja velocidad
Vamos de viaje con los niños y con el coche cargado de equipaje y de repente… ¡No tira! Pisamos el pedal del acelerador hasta el final y el vehículo sigue intentado subir esa carretera de largo desnivel en quinta marcha. Con un régimen de revoluciones excesivamente bajo (por debajo de las 1.500 revoluciones por minuto), el acelerador no va a reaccionar ante ninguna presión. Cuanto más pisemos el pedal, más se va a ahogar el coche y peores pueden ser las consecuencias debido al aumento de temperatura en la cámara de combustión.
Entre otras averías asociadas podemos encontrar:
- El desgaste de los cilindros (los pistones rozan en las paredes del cilindro).
- Hollín que tapona el filtro antipartículas (los recambios son muy costosos).
- Exceso de carbonilla que agarrota los mecanismos del turbo.
Lo mejor en estos casos es reducir una marcha para revolucionar más el coche. De esta manera, no se fuerza al motor ni se obliga a la transmisión a trabajar con más esfuerzo del necesario.
Increíble pero cierto: confundir acelerar con frenar
Puede parecer un nimiedad pero ocurre más de lo que podríamos llegar a imaginar. Un informe de la NHTSA norteamericana declaró que confundir los pedales produce cada año cerca de 10.000 accidentes de tráfico. Una cuestión muy relacionada con la transmisión automática de los vehículos estadounidenses. Un fallo humano que puede producirse por distracciones o por la falta de costumbre en conductores más adaptados a los vehículos con caja de cambios manual.
Forzar el pedal de freno cuando está duro
No es muy común que esto ocurra pero, en caso de que el pedal de freno no se note ligero, nunca debemos forzarlo. Normalmente la razón de ello se encuentra en el servofreno, un componente del sistema hidráulico muy importante que se localiza entre el pedal y el cilindro maestro. Su labor es la de aumentar la fuerza que se aplica sobre el cilindro cuando el conductor pisa el freno. Si se siente rígido es muy probable que se deba a algún fallo relacionado con el sistema hidráulico.
¿Qué hacemos mal con los pedales al cambiar de marcha?
Aunque es aconsejable llevar el coche más revolucionado, pues el consumo mejorará, cambiar de marcha constantemente exige un esfuerzo constante al coche. Debemos utilizar el embrague la menor cantidad de veces posible. Esto significa que en muchas ocasiones podemos reducir la marcha sin pasar por todas las marchas intermedias o probar a usar el freno motor.
Entre otras cosas, al reducir una marcha debemos prestar atención de soltar totalmente el acelerador y luego comenzar a frenar de forma sutil para evitar aspereza en las frenadas. Como ya hemos mencionado, el cambio de marcha debe de realizarse de forma rápida, evitando mantener el coche desembragado durante mucho tiempo. Eso sí, una vez metida la marcha debemos soltar el embrague de forma suave y contenida, pues de lo contrario puede soltar un “latigazo”.
Mantener la mano apoyada en la palanca de cambios
¡Extra! Este apartado no tiene que ver directamente con los pedales, pero sí tiene relación indirecta. Apoyar la mano sobre la palanca de cambios durante largos trayectos o mientras esperamos en un semáforo es una mala costumbre. Al hacerlo, el sincronizador se mantiene activo y hace sufrir al embrague. No solo por la presión que afecta a las horquillas del transeje, sino también sobre los componentes rotatorios de la transmisión Es uno de los motivos por los que algunos vehículos “rascan” al mover la palanca o encontramos resistencia al meter una marcha nueva.
Recuerda que ambas manos deben estar siempre sobre el volante para mantener una posición ideal de conducción. Conocer cómo funcionan los pedales y la cantidad de elementos que se ven afectados por cada maniobra que realizamos es importante para su buen mantenimiento y una conducción suave. Nuestra seguridad y control del vehículo pasa por alargar su vida útil y disfrutar de ellos en perfecto estado.
En Circula Seguro | ¿Piso el pedal del embrague o paso a primera cuando entro en una callejuela?
Imágenes | iStock izikMd NorGal Dmitrii Guldin pablofdezr m-gucci