Aitor Álvarez

27 de mayo de 2008

El otro día circulaba yo en horas de trabajo cuando me encontré que desde el carril central de la autopista salían los coches disparados hacia los otros carriles, obligando con ello al resto de conductores a pegar unas frenadas de considerable fuerza. El peligro venía impuesto por un obstáculo en forma de paragolpes que había sido perdido por algún camión, dado el tamaño.

Inmediatamente tomé la próxima salida e hice una llamada al 112, que aquí regenta SOS Deiak y cuya eficacia es tal, que la media establecida para llegar a los llamamientos ronda los 8,2 minutos; algo superior al resto de España.

Dado el aviso, se procedió a enviar al punto kilométrico mencionado a las autoridades responsables que al tiempo se pusieron en contacto conmigo a través de mi número personal para confirmarme si era sólo ese obstáculo el que causaba los problemas o había alguno más, así como para agradecer la colaboración ciudadana.

Y entonces, se me encendió la bombilla. ¿Por qué tan sólo usamos el 112 para las emergencias más mentadas? Me refiero a que en caso de accidente, incendio o tiroteo, seguro que avisamos a los servicios de urgencia. Pero no hacemos lo mismo si algo representa un peligro potencial. Bien es cierto que el número europeo de emergencias está precisamente para eso, para las emergencias y que en el resto de los casos, lo habitual es tener una comisaría local a la que avisar y pedir auxilio. A pesar de ello, cuando nos encontramos en la carretera y se presenta algún peligro, sólo nos queda la opción de avisar al centro de coordinación de emergencias.

Con este texto pretendo animar a los conductores a hacer uso de él cuando algo perturbe la circulación y la seguridad en el asfalto.

Si un día circulando por una vía cualquiera nos topamos con un vehículo que está generando problemas y poniendo en riesgo nuestra seguridad, deberíamos llamar al servicio de emergencias, ofrecerles todos los datos que podamos de acuerdo a nuestra situación actual, la velocidad a la que circula el individuo en cuestión, modelo, color y placa de matrícula de su coche y cualquier otro dato que pueda resultar de utilidad. Ellos calcularán las distancias y colocarán patrullas para darle el alto.

Si se ha producido en la vía algún desperfecto que no esté claramente indicado, conviene notificarlo. Especialmente si hemos sido testigos de ello, por ejemplo, por un desprendimiento de tierras o una carga perdida. Aún así, si «el agujero» ya estaba en el carril cuando hemos llegado y no hay indicación al respecto, no vendría nada mal dar un toque a los servicios de urgencia… porque así estaremos actuando con rapidez: pondrán los medios apropiados para señalizar y taponar el boquete, evitando el riesgo de accidente y dándonos un respiro hasta que las brigadas de mantenimiento arreglen el carril de forma definitiva.

En este punto conviene hacer un inciso y recalcar que si el obstáculo se encuentra en una vía de poblado y es fácilmente retiradle sin ayuda mecánica, estaremos obligados a detener nuestro vehículo y retirar dicho objeto, por norma y por civismo.

También para dar avisos urgentes de semáforos que se han apagado, señales que han sido arrancadas por los temporales, peatones desorientados que transiten por la calzada, animales y un sin fin de posibilidades. Si algo te preocupa como conductor, también les preocupará a otros. Usa entonces el teléfono, pero no lo hagas en marcha si no llevas manos libres.

Finalmente, quisiera recordar un accidente acaecido hace algunos meses en el que una hormigonera acababa con la vida de un conductor inocente, ya que su chofer iba borracho, drogado y adormilado, circulando a bandazos, a velocidad muy superior a la reglamentaria y por el carril izquierdo de una autopista. Ese día, minutos antes del asesinato -llamarlo accidente parece irrisorio- se registraron numerosas llamadas al 112 para advertir de lo que ocurría. Para cuando los servicios de emergencia quisieron llegar, ya era tarde para los chicos de azul y boina, que tuvieron que llamar a las ambulancias y los bomberos.

Es responsabilidad nuestra, de todos, mantener las carreteras seguras. Si sabes de alguien que va a coger el coche cuando sus condiciones psicofísicas no son las correctas y eres consciente de que ello supondrá un riesgo para la seguridad del resto y también de la tuya, no lo dudes ni un instante y denúncialo ante quien más convenga. Y si se trata de algo que requiere urgencia, los servicios especiales de emergencias son los adecuados.

No se trata de destrozar la vida de nadie dando un chivatazo; se trata de salvar la vida de todos librándonos de un asesino en potencia.